¿Qué es la carrera lenta o slow running? ¿Cuáles son los beneficios y la forma correcta de practicarla

¿Qué es la carrera lenta o slow running?

La carrera lenta, también conocida como slow running, se ha convertido en una tendencia cada vez más popular entre aquellos que buscan una forma más relajada y consciente de correr. A diferencia de la velocidad y la competencia que suelen caracterizar a las carreras tradicionales, el slow running se centra en disfrutar del proceso y en conectar con el cuerpo y la naturaleza.

En lugar de obsesionarse con alcanzar determinados tiempos o marcar récords personales, los corredores slow buscan disfrutar del ejercicio, escuchar su cuerpo y reducir el estrés y la presión que a menudo acompañan a las carreras convencionales. Este enfoque más relajado no solo puede ser beneficioso para la salud física, sino también para la salud mental y emocional.

Beneficios de la carrera lenta

Mejora la resistencia

Uno de los principales beneficios de la carrera lenta es que ayuda a mejorar la resistencia física. Al correr a un ritmo más relajado, el cuerpo puede mantener el esfuerzo durante más tiempo, lo que permite aumentar la resistencia cardiovascular y muscular. A medida que se practica el slow running de forma regular, el cuerpo se adapta y se vuelve más eficiente en el uso del oxígeno, lo que se traduce en una mayor resistencia y capacidad aeróbica.

Reduce el riesgo de lesiones

Correr a altas velocidades y someter al cuerpo a un estrés excesivo puede aumentar el riesgo de lesiones, especialmente en las articulaciones y los músculos. El slow running, al ser menos demandante para el cuerpo, puede ayudar a reducir este riesgo al permitir que los músculos y articulaciones se adapten de forma gradual al ejercicio. Además, al prestar más atención a la técnica de carrera y al escuchar las señales del cuerpo, los corredores slow pueden identificar y corregir posibles problemas antes de que se conviertan en lesiones.

Promueve la recuperación activa

Después de realizar un entrenamiento intenso o una carrera competitiva, es importante permitir que el cuerpo se recupere adecuadamente para evitar el sobreentrenamiento y reducir el riesgo de lesiones. El slow running puede ser una forma efectiva de llevar a cabo una recuperación activa, ya que permite mantener la actividad física sin someter al cuerpo a un estrés adicional. Correr a un ritmo más moderado puede ayudar a eliminar el ácido láctico acumulado durante el ejercicio intenso y favorecer la circulación sanguínea, lo que acelera la recuperación muscular.

Forma correcta de practicar la carrera lenta

Escucha a tu cuerpo

En el slow running, escuchar las señales que nos envía el cuerpo es fundamental. Presta atención a la respiración, la postura, las sensaciones musculares y cualquier molestia o dolor que puedas experimentar durante la carrera. Si sientes que estás forzando demasiado tu cuerpo, reduce el ritmo o incluso haz pausas para permitir la recuperación. No se trata de sufrir para mejorar, sino de disfrutar del ejercicio de forma consciente.

Establece un ritmo cómodo

A diferencia de las carreras convencionales, en las que se busca mantener un ritmo constante y rápido, en el slow running se prioriza la comodidad y el disfrute del ejercicio. Encuentra un ritmo que te permita mantener una conversación sin dificultad y que no te deje agotado al finalizar la carrera. No te preocupes por la velocidad en este tipo de entrenamiento, ya que el objetivo es disfrutar del proceso y de la conexión con tu cuerpo.

Varía la intensidad y la duración

Para obtener todos los beneficios del slow running, es importante variar la intensidad y la duración de tus sesiones de entrenamiento. Puedes alternar entre carreras cortas y más intensas con sesiones más largas y tranquilas, adaptando el ritmo a cómo se siente tu cuerpo en cada momento. Experimenta con diferentes tipos de terrenos, como senderos, caminos de tierra o césped, para mantener la motivación y trabajar diferentes grupos musculares.

Consejos adicionales para practicar el slow running

Mantente hidratado

Aunque el slow running no sea tan exigente como otras formas de ejercicio, es importante mantenerse hidratado antes, durante y después de la carrera. Lleva contigo una botella de agua o planifica tus rutas cerca de fuentes de agua para poder reponer líquidos cuando sea necesario.

Escoge el calzado adecuado

A pesar de que no se trata de correr a altas velocidades, contar con un calzado adecuado es fundamental para evitar lesiones y garantizar la comodidad durante la carrera. Opta por zapatillas que se adapten a tu tipo de pisada y que ofrezcan un buen nivel de amortiguación y soporte.

Disfruta del entorno

Una de las ventajas del slow running es la posibilidad de disfrutar del entorno natural y desconectar del estrés diario. Aprovecha tus carreras para explorar nuevos paisajes, respirar aire puro y conectar con la naturaleza. Practicar el slow running puede ser una experiencia enriquecedora tanto a nivel físico como emocional.

Conclusión

El slow running es mucho más que una forma de correr, es un enfoque de vida que promueve la conexión con el cuerpo, la naturaleza y el presente. Al practicar la carrera lenta de forma consciente y relajada, podemos obtener una serie de beneficios para la salud física, mental y emocional. No se trata de competir ni de alcanzar metas imposibles, sino de disfrutar del ejercicio, escuchar a nuestro cuerpo y vivir el momento con plenitud. ¿Estás listo para probar el slow running? ¡Ponte las zapatillas y sal a correr!

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