La importancia de ser egoísta después de los 50: la feminista francesa que se atreve a decir que el matrimonio es un mal negocio y la maternidad, una trampa

La importancia de ser egoísta después de los 50: la feminista francesa que se atreve a decir que…

¿Puede ser el egoísmo algo positivo?

En la sociedad actual, el egoísmo suele ser visto como un rasgo negativo, asociado con la falta de empatía y consideración hacia los demás. Sin embargo, la feminista francesa Sarah Leclerc desafía esta idea al plantear que, especialmente después de los 50 años, es importante aprender a ser egoísta en el sentido de priorizar nuestras propias necesidades y deseos.

Leclerc argumenta que a medida que envejecemos, es fundamental dejar de lado la presión social y las expectativas externas para enfocarnos en nosotros mismos. Esto no implica ignorar por completo a los demás, sino más bien reconocer la importancia de cuidar de nuestra propia salud física, emocional y mental. Ser egoísta en este contexto significa poner nuestro bienestar en primer lugar, lo cual puede tener numerosos beneficios para nuestra calidad de vida.

Autoconocimiento y empoderamiento

Una de las razones por las que Leclerc defiende la importancia de ser egoísta después de los 50 es el papel que esto juega en nuestro autoconocimiento y empoderamiento. Al centrarnos en nuestras propias necesidades y deseos, tenemos la oportunidad de explorar quiénes somos realmente y qué queremos en esta etapa de nuestra vida.

Muchas veces, las personas mayores se encuentran en una encrucijada en la que se sienten obligadas a cumplir con roles y responsabilidades que ya no les representan. Ser egoísta en el sentido de priorizar nuestro bienestar nos permite cuestionar estas expectativas y tomar el control de nuestra propia vida. Esto puede resultar en una sensación de libertad y autonomía que nos empodera y nos ayuda a vivir de manera más auténtica.

El poder de decir no

Otro aspecto fundamental del egoísmo según Leclerc es la capacidad de decir no a aquello que no nos beneficia o no nos hace felices. Muchas personas mayores suelen sentirse obligadas a complacer a los demás o a cumplir con lo que se espera de ellos, incluso si eso significa sacrificar su propia felicidad y bienestar.

Al aprender a ser egoístas en este sentido, podemos establecer límites saludables en nuestras relaciones y actividades, lo cual contribuye a mejorar nuestra calidad de vida y nuestra autoestima. Decir no cuando lo consideramos necesario nos permite enfocarnos en lo que realmente nos importa y nos hace sentir realizados, evitando la sensación de resentimiento o frustración que puede surgir al priorizar siempre las necesidades de los demás.

El egoísmo como acto de amor propio

La importancia de cuidar de uno mismo

En la sociedad contemporánea, se nos enseña desde pequeños a ser considerados con los demás, a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras y a sacrificar nuestra propia felicidad en aras del bienestar colectivo. Aunque la empatía y la solidaridad son valores fundamentales, también es crucial recordar la importancia de cuidar de uno mismo.

Ser egoísta en el sentido de priorizar nuestro bienestar no es un acto de egoísmo desmedido, sino más bien un acto de amor propio y de responsabilidad hacia nosotros mismos. Al asegurarnos de que nuestras necesidades están siendo satisfechas, estamos en una mejor posición para cuidar de los demás y contribuir de manera más efectiva a la sociedad en general.

El impacto en nuestra salud y bienestar

Numerosos estudios han demostrado que el estrés y la falta de autocuidado pueden tener un impacto negativo en nuestra salud física y mental. Al aprender a ser egoístas en el sentido de priorizar nuestro bienestar, podemos reducir los niveles de estrés, aumentar nuestra autoestima y fortalecer nuestra salud en general.

Además, cuidar de nosotros mismos nos permite disfrutar de una mayor calidad de vida a medida que envejecemos, lo cual es fundamental para mantenernos activos, felices y saludables en esta etapa de la vida. Ser egoísta en el sentido de dedicarnos tiempo y atención a nosotros mismos es, en última instancia, un acto de cuidado y de amor hacia nuestra propia persona.

Superando la culpa y el juicio social

El estigma del egoísmo en la sociedad

Uno de los mayores obstáculos para aprender a ser egoístas después de los 50 es el estigma social que rodea a este término. Muchas personas temen ser juzgadas como egoístas o egocéntricas si priorizan su propio bienestar por encima de las expectativas de los demás.

Sin embargo, es importante recordar que ser egoísta en el sentido de cuidar de uno mismo no es un acto negativo, sino más bien un acto de autenticidad y de amor propio. Superar la culpa y el juicio social asociados con el egoísmo puede resultar liberador y nos permite vivir de manera más auténtica y plena.

La importancia de establecer límites

Aprender a ser egoístas también implica aprender a establecer límites saludables en nuestras relaciones y actividades. Muchas veces, nos sentimos obligados a hacer cosas que no queremos hacer o a complacer a los demás a costa de nuestra propia felicidad.

Establecer límites claros y aprender a decir no cuando sea necesario nos ayuda a proteger nuestra energía y nuestro bienestar emocional. Esto no solo contribuye a mejorar nuestras relaciones interpersonales, sino que también fortalece nuestro amor propio y nuestra autoestima.

Conclusiones

En definitiva, aprender a ser egoístas después de los 50 puede ser un acto de amor propio y de autoempoderamiento que nos permite vivir de manera más auténtica y plena. Priorizar nuestro bienestar físico, emocional y mental nos ayuda a cuidar de nosotros mismos y a superar la presión social y las expectativas externas que a menudo nos limitan.

La feminista francesa Sarah Leclerc nos invita a cuestionar el concepto tradicional de egoísmo y a redefinirlo en un sentido positivo y saludable. Ser egoístas en el sentido de cuidar de nosotros mismos no solo nos beneficia individualmente, sino que también nos permite contribuir de manera más efectiva a la sociedad en general. En última instancia, ser egoístas después de los 50 puede ser un camino hacia una vida más plena, auténtica y satisfactoria.

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